Desvíos en las calles contrastadas y mixtas de La Paz
Alice prevot

Llegamos a La Paz por El Alto. El cambio de escenario y la inmersión son inmediatos. Nos subimos a un taxi para cruzar este gigantesco mercado y nos detenemos en la primera estación del teleférico. Subimos en el teleférico para ver cómo es La Paz en la vida real, esta ciudad extendida en una especie de enorme cráter. Pequeñas "casas" de colores hasta donde alcanza la vista, mercadillos en todas las direcciones... Las cabinas sobrevuelan este ambiente caótico, lleno de vida, con las cumbres nevadas del Huayna Potosí y del Illimani (glaciares emblemáticos de Bolivia, a más de 6000m de altura) como telón de fondo.

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Nos detenemos en Sopocachi, a un paso del bullicioso centro.


Nos encanta pasear por las tranquilas calles de este pequeño barrio bohemio de La Paz. Encontramos pequeñas tiendas y bares que merecen una parada. Tomaremos un mate de coca en el mercadillo de Sopocachi, la bebida sagrada y tradicional, el remedio contra el mal de altura. Y la yapa, es decir el pequeño extra que ofrece la caserita (vendedora boliviana), porque aquí siempre se "yapa" a un buen cliente.

Nos dirigimos hacia el centro, con una breve pausa para tomar un zumo de fruta fresca y una salteña por el camino en el mercado Rodríguez. La salteña es la merienda de las 11 de la mañana de los bolivianos, es una pequeña empanada rellena de pollo o carne en su jugo. El reto: comer, sin cubiertos y sin mancharse...


Ciudad de contrastes, La Paz es la muestra perfecta de todo un país.


Desde el barrio del mercado, lleno de colores y olores, se cruzan unas cuantas calles para encontrarse en el corazón del barrio histórico, hoy convertido en centro de negocios. Dos mundos que conviven a 200 metros de distancia y cuyo único punto en común es el caos permanente y ruidoso que los caracteriza.

Tenemos un maté de coca, o hojas para mascar en la calle Sagarnaga. Atravesamos el Mercado de Las Brujas, donde compramos una miniatura para complacer al Ekeko, benévolo dios de la abundancia. La tradición consiste en proyectar todas las esperanzas en la compra del codiciado objeto en miniatura, que luego será ritualizado.

En el casco histórico, recorremos la calle Jaén, una de las últimas calles coloniales de la ciudad, con adoquines y casas de colores. Nos tomamos el tiempo de abrir todas las puertas para descubrir pequeños patios, galerías, el museo de instrumentos musicales y nos encontramos con Rosario. Nos habla de la cultura, de la vestimenta, las tradiciones, y nos invita a probarnos sus numerosas faldas de chola (7 sobrepuestas, al parecer), contándonos todos los secretos.

Comemos en una de las mesas comunales del mercadillo, entre los paceños. La oferta de platos es rica, y el olor de la carne a la barbacoa con salsa de ají se mezcla con el de los fritos y otras sopas picantes.

Llegamos a El Alto en teleférico, sobrevolamos las casas hasta donde alcanza la vista, pisamos los patios interiores, las terrazas donde se secan los trajes tradicionales y de baile... En la ladera del acantilado se encuentran los chamanes que dirigen las ceremonias de ofrenda a la Pachamama. Nos aventuramos a ir con uno de ellos para que nos lea el futuro en las hojas de coca...?

Volvemos a bajar por el cementerio general. Lejos de ser aterrador o triste, este singular cementerio está animado, coloreado por grandes murales y decorado por las familias de los difuntos. Aquí se celebra la muerte: la gente canta, baila y hace ofrendas para honrar a sus seres queridos fallecidos. Esta visita nos permite comprender mejor la cultura boliviana hacia sus muertos. Después, pasamos por la calle de Los Andes, la calle de los fabricantes de trajes del carnaval, tiendas y modistas. Uno podría observar durante horas el meticuloso trabajo de los artesanos de máscaras de la Diablada. Más abajo, hacia el mercado, se pueden encontrar sombreros hechos a medida, joyas de todo tipo y enaguas de cholitas.

Subimos a un colectivo y regresamos a Sopocachi, para pasar una noche lejos del bullicio.

Continuemos nuestra inmersión en los lugares imprescindibles de Bolivia, ¡vienes con nosotros!



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